Y
aquí me tenéis, tras unos días de silencio, vuelvo de nuevo con un post muy
especial. Tenía muchas ganas de compartir este viaje con vosotros. Justo hace
un año estaba soñando despierta en un increíble país con una inmejorable compañía.
La ocasión no era para menos, y es que a nuestro gran amigo Curro no le gusta
celebrar su cumpleaños en casa y por eso, siempre le seguimos allá dónde nos
lleven sus pasos. Gracias a su iniciativa, hoy os cuento la experiencia de un
viaje inolvidable.
“Memorias
de África”.
Salir
de Ibiza y llegar a destino, Tanzania, no fue tarea fácil. Ibiza – Madrid – Doha - Daar
es Salam - Arusha. Más de 24 horas viajando para alcanzar el punto de partida
de nuestra expedición, Arusha, conocida por ser la capital turística de
Tanzania. Allí empezó nuestra ruta para llegar al primer destino, el Parque
Nacional de Tarangire. Una parada obligada para disfrutar de uno de los
terrenos más bonitos del norte del país. Un parque cuyo nombre proviene del río
Tarangire, la única fuente de agua de este lugar. Un paisaje muy variado y único, cuya característica principal es la cantidad de Baobabs que puedes encontrar. Uno de los árboles más curioso del planeta y el más emblemático de África.
Curro el explorador. |
Cuenta la
leyenda que el Baobab era uno de los más bonitos del continente, admirado sobre
todo por su hojas y flores. Su vanidad creció tanto que los dioses lo
castigaron enterrando sus ramas y dejando a la vista sus raíces. Es por eso que
parece un árbol invertido cuyas ramas abiertas suplican el perdón de los
dioses.
Quién
haya leído el Principito recordará que Antoine de Saint-Exupéry convierte a los
Baobabs en protagonistas de uno de los capítulos.
- “Le hice notar al principito que los baobabs no son arbustos sino árboles grandes como iglesias y que aunque se llevara toda una manada de elefantes, la manada no acabaría ni con un solo baobab”. Antoine de Saint-Exupery.
Tras
dos noches en Tarangire, pusimos rumbo a la Zona de Conservación de Ngorongoro,
una zona protegida situada a 180km de la ciudad de Arusha.
Allí
podemos encontrar nueve volcanes, de los cuales, uno de ellos está en activo.
Una
de las atracciones más impresionante del lugar es el Cráter de Ngorongoro y la
Garganta de Oldupai, uno de los sitios más importantes para la investigación de
la evolución de la especia humana.
Una de las sorpresas del viaje fue lograr ver a los famosos "Big Five" de África; leopardo, león, elefante, búfalo y rinoceronte es algo que no esperábamos ya que éste últimos no es fácil de ver.
De
camino al parque Nacional de Serengeti, hicimos una de las paradas más
esperadas. Un poblado Masái. La verdad que hacer un resumen del viaje en un
único post no es tarea fácil, y mucho menos describir esta tribu en pocas
palabras. Podría dedicarles infinidad de
líneas, sobre todo basándome en su evolución hasta ahora y sobre su plasticidad
a la hora de adaptarse a “los tiempos modernos”.
Nuestra
parada en la tribu Masái empezó con el baile “típico” de bienvenida (ellos nos
estaban esperando). Tras los bailes y presentaciones, nos distribuyeron para
poder visitar las “manyattas”, los círculos de cabañas en las que viven.
Evidentemente,
para nosotros, fue toda una experiencia. Conocer “diferentes y tan diferentes” culturas
es algo que no se ve todos los días. Me quedé maravillada con su trato y
recibimiento. Pero claro, este tipo de excursiones pactadas hacen que la
esencia y la realidad se pierda por el camino. Se hace raro ver a un Masái con
un móvil, ¿verdad?. Justo leí un artículo muy interesante y recomendable que hablaba sobre este fenómeno. Pero
como os decía antes, y sin querer entrar en detalles, hablar sobre ellos ya es otro tema.
Tras
horas y horas de caminos y paisajes únicos, con rumbo al Serengetti, seguimos
disfrutando del trayecto.
Una
vez asentados en nuestro campamento en pleno centro de la nada del Serengeti, pasamos una de las
noches más acogedoras, divertidas y emocionantes del viaje.
Tras
la cena de película que prepararon, nos sentamos alrededor de la hoguera en la
que estuvimos charlando e intentando sonsacar historias a los guías que nos
acompañaron durante todo el viaje. Tras diversas y curiosas anécdotas nos
invitaron a ir a dormir, ya era tarde pero nosotros, pero estábamos tan a gusto con el marco en el que nos encontrábamos que decidimos quedarnos un poco más. Era
nuestra última noche y queríamos aprovechar hasta el último momento.
El campamento
estaba situado en plena autopista nocturna de leones, hipopótamos y
hienas. Nuestra ignorancia y emoción por
estar ahí hizo que nos “olvidáramos” de eso, aunque olvidarse del todo viendo
cómo nos vigilaban los ojos brillantes del horizonte, no te hace sentir muy
segura. Unos minutos más tarde, aparecieron nuestros guías con una velocidad que
ni Michael Bolt. ¿Cuál fue la sorpresa? Una manada de hipopótamos justo “a las
puertas” de las tiendas de campaña. Y claro, nosotros…. Ni cortos ni perezosos,
con la adrenalina a flor de piel, fuimos a “inspeccionar”. Qué tiernos y qué miedo, ¿verdad? Eso pensábamos aún sabiendo que
es el animal salvaje más peligroso del continente, nuestra valentía nos acompañó
hasta pocos metros de ellos. Para mi, fue uno de los momentos más especiales del safari. Y también, algo que nunca olvidaré… dormir escuchando los pasos de los hipopótamos, imaginando los paseos de los leones y sintiendo los aullidos de las hienas, fue una sensación que no se puede describir.
A la
mañana siguiente, abandonábamos las tierras africanas para empezar con nuestro largo trayecto
de vuelta. El viaje en avioneta desde el Serengeti hasta Arusha fue la mejor despedida de estos inolvidables días.
Espero que os haya gustado nuestro viaje y las fotos con las que tanto disfruté.
Y al gran equipo de aventureros que vivimos esta experiencia, algo inolvidable.
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